octubre 13, 2016

Javier Lliso: "Lo mejor del freeski es la adrenalina"

Javier Lliso entra en el nuevo esquipo de freeski dela RFEDI.

Tiene 19 años, aprendió a esquiar antes de cumplir tres y su vida es el freeski. Javier Lliso es campeón de España de slopestyle y quedó 3º en la Copa de Europa celebrada el año pasado en Eslovenia. Este madrileño que lleva toda su vida esquiando en Cerler está de enhorabuena, porque la Real Federación Española Deportes de Invierno (RFEDI) acaba de anunciar que incluye, por primera vez, el freeski en su estructura deportiva.
Y ya está entrenando con la RFEDI en la estación suiza de Saas-Fee con su compañero Gerard García, de 18 años, con dos top 20 en Copa de Europa y campeón de España de big air en la temporada anterior. El próximo reto de ambos: los Mundiales de Sierra Nevada en 2017.
¿Tener el apoyo de la RFEDI ayuda a seguir con más fuerza?
Sí, estoy muy contento, encantado, la verdad. Llevábamos tiempo esperando que llegara este momento. Hasta ahora entrenábamos con la federación andorrana, y aunque vamos a seguir haciéndolo con ellos, todo se va a simplificar con el apoyo de la española.
¿Cómo empezó tu afición por la nieve?
Empecé esquiando, pasando palos. Me llevaron por primera vez a esquiar a Sierra Nevada cuando aún no había cumplido tres años. He esquiado siempre en Cerler, soy el pequeño de cuatro hermanos e íbamos allí con mis padres. Me ha encantado siempre. Pertenecía al Club de Esquí Valle de Benasque, aunque últimamente estoy poco en la zona y en España en general, paso casi todo el tiempo de viaje, entrenando y compitiendo.
¿Por qué te aficionaste al freeski?
Cuando hicieron el snowpark en Cerler -en 2011-, empezamos a probar el freestyle mis hermanos y yo, aunque luego el mayor se pasó al snowboard, el traidor… (risas). Mis hermanos también competían al principio conmigo, aunque ya no lo hacen, ahora esquían muy poco. Desde que empecé supe que no había vuelta atrás, esto me encanta.
¿Cuándo competiste por primera vez?
Tenía 12 años. Fue una prueba de slopestyle en Cerler y la gané. Y desde entonces ya no he dejado de competir.
¿Qué es lo que mejor se te da?
Qué difícil, no sé si saltar o los rails.
¿Y lo que más te divierte?
Saltar, de lejos. Hubo un tiempo que me daba miedo, porque me hice daño, y me pasé toda la temporada haciendo rails, y conseguí mucho más nivel, aunque creo que ahora ha cambiado. Hay que saber hacerlo todo.
Tu compañero en la RFEDI, Gerard, ¿es tu rival y también tu amigo?
Sí, estamos los dos en el equipo y somos amigos. En el campeonato de España le gané por muy poco. Ahora mismo compartimos habitación en Suiza. Somos rivales y colegas, una cosa no quita la otra.

Javier Lliso y Gerard García, del equipo de freeski de la RFEDI
Javier Lliso y Gerard García, del equipo de freeski de la RFEDI

 
¿En la Copa de Europa también competíais juntos?
Sí, estamos juntos en todas las competiciones, y con los andorranos también. El equipo español y el andorrano tenemos el mismo entrenador -Josep Gil- y vamos a todos los viajes juntos. Nos hemos hecho íntimos, les veo más que a mi familia. Habitualmente entrenamos en Andorra, aunque ahora mismo ya estamos haciendo la pretemporada con la Federación Española en Suiza.
¿Pasas todo el año esquiando?
Casi todo el año, excepto tres meses en verano, uno de ellos aprovechamos para hacer entrenamiento físico en Andorra, y el resto para ver a la familia.
¿Qué estudias?
Estoy haciendo INEF, a distancia, estoy en segundo. Aún no he podido acercarme a la universidad este curso.
¿Cómo es un día habitual de entrenamiento?
Nos levantamos temprano, a las siete menos cuarto. Desayunamos y a las ocho, ya estamos listos con la ropa de esquí para subir al glaciar. Llegamos arriba, calentamos y hacemos todo el entrenamiento completo hasta la una o una y media. Luego bajamos a comer, nos echamos la siesta, y por la tarde tenemos un rato libre para dar una vuelta. A las siete y media-ocho, cenamos, con horario de abuelos (risas).
¿Echas de menos algunas cosas que hacen tus amigos?
Sí, claro. Siempre tengo ganas de llegar a casa y salir con ellos. Aquí llevamos una vida muy sana, muy ordenada y de madrugones, aunque alguna vez también celebramos alguna fiesta con los compañeros del equipo.
Tu próximo gran reto son los Mundiales de Sierra Nevada, ¿cómo te preparas para esta competición?
Tengo que mejorar el giro a la derecha. En los saltos siempre se rota hacia un lado u otro, yo soy diestro y mi giro bueno es a la izquierda, pero en las competiciones no puntúas casi nada si no lo haces bien de los dos lados. Por eso estoy entrenando ahora todos los días el giro a la derecha.
¿Se trata de repetir y repetir ese movimiento?
Repetir, caerse y levantarse. Es lo que hago a diario, no tiene más. Es la única forma de hacer las cosas bien, seguir mejorando y obtener puntos FIS.
¿En cuántas pruebas participas cada temporada?
Este año hay 5 o 6 pruebas de la Copa del Mundo -es un tour de competiciones en distintas sedes en las que se van sumando puntos- y otras tantas de la Copa de Europa. Es un no parar desde diciembre hasta finales de marzo. He competido en ocho países.
Javier Lliso sabe bien lo que es subirse a lo más alto del podio.
Javier Lliso sabe bien lo que es subirse a lo más alto del podio.

 
¿Qué es lo mejor del freeski? ¿Cómo recomendarías a alguien que no lo haya practicado nunca que lo pruebe?
Lo mejor es la adrenalina. Tanta, que si te cortan una pierna no la sientes. No he sentido nada parecido con ninguna otra experiencia. Y recomendaría probarlo porque da igual el nivel que tengas, siempre vas a aprender algo nuevo. El mejor del mundo siempre va a seguir aprendiendo cosas nuevas y eso es la mayor satisfacción.
¿Cuántas veces te han llamado loco por practicar freeski?
Uf, ¡muchas! No hago caso ya, pero me lo han dicho muchísimas veces, que estoy loco, que me voy a hacer daño. Mi tía intentó convencerme para que lo dejara: «Pero no prefieres hacer otra cosa», me decía. Mis padres ya están curados de espantos, mi madre al principio miraba para otro lado, pero ahora le gusta verlo (risas).
Has tenido un par de lesiones…
Sí, he tenido dos, una rotura de clavícula que me hice saltando en el snowpark de Cerler. Pero tres semanas después ya estaba bien. Tuve otra lesión peor, el año pasado en una competición en Austria, tuve una mala caída y me fisuré el calcáneo -hueso del talón- y eso, además de doler muchísimo, me tuvo un tiempo de baja y me perdí la última Copa de Europa. Estuve dos meses de baja, no podía ni andar, así que volví a Madrid y aproveché para estudiar.