enero 08, 2016

La belleza y la magia de los copos de nieve

Un copo de nieve es una maravilla de la naturaleza en la que apenas reparamos pese a estar rodeados de

Un copo de nieve es una maravilla de la naturaleza en la que apenas reparamos pese a estar rodeados de ellos invierno tras invierno. Ahora que parece que la nieve ha llegado (al menos al Pirineo, y la esperamos con fuerza en Sierra de Teruel) es un buen momento para reparar en su belleza, en la magia que destilan esos pequeños cristales de seis brazos perfectamente simétricos, esas estrellas de hielo que suponen un espectáculo en sí mismas.
¿Te has preguntado alguna vez cómo se forma un copo de nieve? Estas curiosas estructuras hexagonales se crean cuando el vapor de agua de las nubes se empieza a congelar por las bajas temperaturas. Este proceso natural hace que se genere un cristal de hielo con unas pequeñas estructuras, los denominados ‘cristales madre’, en distintos tamaños. Cuantas más partículas se unan a la estructura, más grande será el copo de nieve. ¿Y por qué los copos tienen forma hexagonal? Las moléculas de agua que caen en la estructura del copo se van extendiendo alrededor de los cristales madre y forman un conjunto rígido que adopta siempre esa forma, con esos seis brazos de hielo, porque esa simetría de hexágono les da su estado más estable –de menor gasto de energía-.
Copo-de-nieve-estrella
Con estos datos, podría parecer que todos los copos son iguales. Pero no es así: diversos estudios científicos concluyen que todos los copos son diferentes, aunque algunos puedan parecer idénticos a simple vista. La temperatura, la humedad y la altitud son las características principales que determinan las diferencias entre uno y otro copo, aunque muchas veces sólo sean visibles a través del microscopio. Es decir, cada copo de nieve es un espectáculo único, un milagro de belleza natural.
En lo que sí se parecen todos los copos es en que siempre mantienen la simetría en su estructura, probablemente porque responden de la misma manera a unas condiciones ambientales idénticas. Mientras el cristal de hielo crece, las esquinas van brotando en esos delgados brazos y sobresalen hacia afuera. Y como las condiciones del ambiente que rodea al cristal son muy parecidas al propio copo, los seis brazos crecen aproximadamente en la misma medida.
Ya en el siglo XVII, el científico Johann Kepler se preguntaba por qué los cristales de nieve tenían una forma hexagonal simétrica, y el filosofo René Descartes se atrevió a hacer una descripción de la morfología de los cristales de nieve que se corresponde con la actual: «Estas eran pequeñas placas de hielo, muy planas, muy pulidas, muy transparentes, gruesas como una hoja de papel algo gruesa… pero tan perfectamente formadas en hexágonos, con los seis lados tan rectos, y los seis ángulos tan iguales, que es imposible para el hombre hacer algo tan exacto».
Cuando vuelvas a estar rodeado de nieve, no olvides mirar con detalle los copos que te rodean. Es un espectáculo único, y tan efímero que puede durar unos pocos segundos una vez que el copo empiece a derretirse, a desdibujarse ante tus ojos para convertirse en agua.