enero 02, 2015

El Forau d’Aigualluts, una sorpresa de la naturaleza

¿Has oído hablar del Forau d´Aigualluts? Es un curioso capricho de la naturaleza en el valle de Benasque, a los

¿Has oído hablar del Forau d´Aigualluts? Es un curioso capricho de la naturaleza en el valle de Benasque, a los pies del Aneto, una gran sorpresa para quien lo ve por primera vez. Se trata de una especie de sumidero, de unos 70 metros de diámetro y 40 de profundidad, en el que el agua procedente de los glaciares del Aneto y la Maladeta desaparece bajo tierra a 2.074 metros de altitud. Durante años se desconocía a dónde iban a parar esas aguas, hasta que en 1931 se confirmó que circulan subterráneamente durante cuatro kilómetros hasta salir de nuevo a la superficie en el valle de Arán, en la zona conocida como Uelhs deth Joeu (Ojos del judío, en aranés), a 1.658 metros de altitud. De esta forma, unas aguas que debían desembocar, a través del río Ésera, en el Mediterráneo; terminan desembocando en el Atlántico, a través del cauce del río Garona. Lo dicho, todo un capricho de la naturaleza.
El Forau, conocido en el lado francés del Pirineo como Trou de toro (Ojo o agujero de toro), es un sistema kárstico que recoge el agua del deshielo de los neveros del glaciar del Aneto, de Barrancos, Tempestades y Mulleres. La hipótesis de que estas aguas terminaran desembocando en el Garona la formuló Ramond Carbonnières a finales del siglo XVIII, pero no fue hasta 1931 cuando el espeleólogo Norbert Casteret, que dedicó toda su vida a la exploración de cavernas, cuevas y ríos subterráneos, confirmó esa teoría. Lo hizo echando seis barriles de colorante, fluoresceína, en las aguas del Forau. Unas horas más tarde, la fluoresceína dejaba ver su característico color verde al llegar al valle de Arán.
La excusión al Forau es un recorrido casi obligado en el valle de Benasque. Partimos del Llano de la Besurta (1.900 m), a 13 km al norte de Benasque por la A-139, una explanada acondicionada como aparcamiento durante todo el año a excepción de julio y agosto, y seguimos las indicaciones hacia el refugio de La Renclusa  y el Forau d’Aigualluts -el camino es el mismo durante los primeros 15 minutos- hasta que encontramos un desvío a la derecha que conduce al refugio y seguimos nuestra ruta hasta llegar a la pradera y la cascada de Aigualluts. La excursión, que ahora puedes hacer con raquetas, tiene un desnivel de tan solo 200 metros. Es un recorrido fácil, que puedes hacer con niños en poco más de dos horas entre la ida y la vuelta.
Sorprende ver la cascada y el curioso fenómeno de ver desaparecer las aguas. Parece un truco de magia, aunque, como ahora ya sabemos, se trata de un singular y espectacular capricho de la naturaleza.