El verano ya se siente en Panticosa y Cerler. El próximo 5 de julio las estaciones abren sus puertas con una amplia oferta de propuestas para disfrutar de la temporada estival en plena naturaleza. Los valles de Tena y Benasque se llenan de vida, listos para recibir a quienes buscan tranquilidad, deporte y conexión con el entorno.

Desde Aramón te invitamos a descubrir las rutas más espectaculares hacia ibones escondidos, pueblos llenos de encanto, conciertos, gastronomía tradicional y experiencias que solo la montaña puede ofrecer.

Senderismo entre ibones

Los valles de Tena y Benasque son un auténtico paraíso para los amantes del senderismo. Sus ibones, lagos de origen glaciar, representan uno de los grandes atractivos de la zona. Decenas de rutas de diferentes niveles permiten adentrarse en estos paisajes únicos, rodeados de montañas, praderas y bosques.

La experiencia panorámica de la Telecabina de Panticosa permite ascender al ibón de Sabocos, uno de los itinerarios más accesibles para realizar en familia. También hay otras opciones para descubrir miradores impresionantes, como la ascensión a Punta Faceras o el mirador de Yandel, entornos ideales desconectar en plena naturaleza.

Entre las actividades más demandadas en verano están las pasarelas de Panticosa, un recorrido natural colgado sobre el congosto del río Caldarés; o las rutas del tren El Sarrio, que conecta Panticosa con el valle de Ripera.

Quienes buscan emociones fuertes y disfrutan surcando los cielos, no pueden perderse la tirolina del Valle de Tena, una de las más espectaculares de Europa. Con salida en Hoz de Jaca, esta experiencia se realiza desde una torre situada 1.270 metros de altitud y alcanza velocidades cercanas a los 90 km/h sobre las aguas del embalse de Búbal sobre las aguas del pantano de Búbal y a una velocidad cercana a los 90 km por hora.

En Cerler, otra opción destacada es subir al Telesilla El Molino para disfrutar de un viaje a más de 2.000 metros de altitud. Desde allí, los miradores ofrecen vistas espectaculares del valle. Las excursiones guiadas más populares son la de los Miradores y el Bosque de Labert, un espacio donde caminar entre pinos centenarios y disfrutar del silencio. También se pueden coronar cimas como el Pico Cerler, Cogulla o Gallinero.

Pueblos con encanto

Aramón es mucho más que esquí. En verano, los pueblos del Pirineo se transforman en refugios de paz donde la tranquilidad es protagonista. Entre ellos destacan auténticas joyas como Sallent de Gállego y Lanuza.

Situado a los pies de la Peña Foratata, Sallent de Gállego es un pueblo lleno de historia. Sus calles empedradas, la iglesia gótica del siglo XVI y el puente medieval sobre el río Gállego crean una estampa de cuento.

Muy cerca, a orillas del embalse de Lanuza, se encuentra el pueblo de Lanuza, que renació tras haber estado parcialmente sumergido durante décadas. Hoy es sinónimo de cultura y música, ya que cada año acoge el famoso Festival Internacional Pirineos Sur, que convierte el anfiteatro flotante del embalse en un escenario único.

Del 10 al 27 de julio se podrá disfrutar de una experiencia auditiva y visual con artistas de la talla de Amaia, Nathy Peluso, Yerai Cortés, Viva Suecia o Residente.

Sabores de altura

La experiencia en el Pirineo no está completa sin un buen plato en la mesa. Después de una ruta o un día en la montaña no hay mejor recompensa. Por eso, en verano te invitamos a descubrir la gastronomía local con platos de montaña con identidad propia y recetas tradicionales con un toque moderno.

Aquellos que visiten Cerler podrán deleitarse con los sabores que ofrece Remáscaro y disfrutar del restaurante panorámico El Bosque, una cabaña donde se sirven pizzas 100% artesanas y carnes a la parrilla.

En el caso de Panticosa estará disponible la cafetería de Petrosos y su terraza, a casi 2.000 metros de altura y, donde se puede degustar, por ejemplo, una parrillada de carne.

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